Hay
momentos en la vida
que
nos despeñan brutalmente por súbitos precipicios de rocas
que
nos observan como puñales despiadados.
Nos
precipitamos violentamente,
dando
agónicas vueltas de campana,
lentas,
como
hojas rotas que caen.
y
en el tránsito hacia abajo,
toda
nuestra vida discurre suavemente,
como
una caricia sangrante en la piel.
Intento
amarrarla, fuertemente, contra mi cuerpo,
pero
se escurre, dulcemente, entre mis brazos,
rozando
mi rostro
y
secando las lágrimas que resbalan horrorizadas.
Y
en mi delirio,
pretendo
no creer que este desfallecimiento, sin retorno,
es
como el vuelo de un sueño, sin soñar.
Y
son los golpes, contra los vértices heridos de la vida,
los
que me hacen retorcerme de dolor
y
ser plenamente consciente
de
que la caída, en si,
es
tan dolorosa como su golpe.
Hoy
mis dedos trémulos,
rasgan
el aire,
retorcidos
como alambres asesinos.
Buscando
otro tiempo donde escapar
o
algún camino de vuelta,
o
un par de alas perdidas,
o
una isla desierta.
Hoy
mi corazón
parece
agotado de latir tan deprisa
y
tan ausente.
E
impulsa sangre, con cenizas y ecos,
a
cada espacio hueco de mi cuerpo.
Hoy
te busco
a
ti,
para
encontrarme
a
mí.
Hallar
a aquella mujer infinitamente feliz,
que
asomaba brillando en el fondo de tus ojos.
…cuando
yo era.
Y
frente al espejo,
intento
que sea en mis pupilas,
áridas
y agotadas,
donde
me descubra.
Y
solo encuentro
el
temblor de lágrimas secas.
Me
busco en las palmas de mis manos
que
yacen dormidas.
Y
solo encuentro
el
temblor de versos,
que se
emborronan a escondidas.
1 comentario:
A veces la realidad es tan dura que llega a ser estremecedora.Que decirte "Artista" cuando consigues que sienta que me falta el aire y se rompe mi piel con tan solo unas letras.De eso se trata, no?
MANEJAS PERFECTAMENTE ESTE ARTE!!!!!
Ruben
Publicar un comentario