Te
vas,
dejando
entornada nuestra puerta
y
tras ella,
mi
destino congelado,
que
rompe a hervir, intermitente,
en
los largos transcursos
de
cada latido,
que
se sienta a esperarte
y
prende la luz
de
él “después”
de
“más tarde”.
Enmudeciendo
el estruendo chirriante
que
salpica la angustia, en mi cara.
Reposando
sobre mis ojos
varios
soles ardientes, sobrepuestos,
que
te acercan en rápidos recortes
de
alcoba desnuda.
Descansando,
como entre granos de café,
en
el aroma de encontrarte.
Expandiéndose,
profunda y lentamente,
en
el deleite
de
la espera y
de
él llegar.
Permanezco
inmóvil,
aguardando
la caricia de tu voz
Que
siempre acaba por abrazarme.
Esperando,
tus dedos de tiza,
escribiendo
versos sedientos
sobre
mi piel,
que
el sudor exaltado
se
encarga de borrar,
para
volver a reinventarlos y rescribirlos.
Desde
tus dedos
hasta
mí.
Sin
rima, sin métrica.
Sólo
un profundo agujero
escupiendo
palabras benditas,
que
se dibujan, impacientes, en mi cuerpo.
1 comentario:
creo que no eres amiga de aceptar halagos y yo tampoco muy dado a regalarlos, pero hoy, ahora, amiga mía te mereces que te diga que eres buena, muy buena. no solo escribes también transmites al lector lo que sientes, es bonito pensar que todo de puede decir con palabras bellas. no dejes de escribir nunca ah y cuando lo publiques quiero uno.
nos vemos
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